Foto: “Arquitectura Fija”, por Juan David Botello.
Bogotá Visible es el espacio que se utilizará para la divulgación de las ponencias presentadas en el foro “Arquitectura e Infraestructura”. Esperamos disfruten de esta serie.
En este texto académico se expone el análisis y el proceso de aproximación para el desarrollo del proyecto final de la Unidad Avanzada, taller con el que culmina el programa de arquitectura de la Universidad de los Andes. El objetivo del artículo es el de abordar la problemática que representa intervenir una ciudad consolidada a través de la infraestructura de transporte urbano, y cómo la arquitectura es un instrumento fundamental para que los procesos de renovación permitan reconfigurar porciones de ciudad que fueron afectadas con el paso del tiempo.
La estrategia urbana proyecta que a través de la arquitectura se desarrollen unos elementos que, a manera de componentes, trabajen en conjunto para la recuperación de una zona particular. El proyecto para la Alcaldía local de Chapinero, uno de esos componentes, es una propuesta dentro de esa operación metropolitana que busca recuperar el sector de Lourdes como foco de actividad y vida urbana en el centro geográfico de Bogotá. La plaza de Lourdes se vuelve el corazón de la intervención, cuyos proyectos se inscriben en una sucesión de anillos que conforman el espacio y multiplican las relaciones urbanas para recobrar el carácter y la esencia del lugar.
Desde la aparición de Chapinero, el sector se convirtió en un lugar destacable que generó una concentración de actividades y consolidó la centralidad urbana. Sin embargo, la ciudad se fue extendiendo en diversas direcciones creando nuevos centros de actividad que captaron el potencial de desarrollo y dejaron en un segundo plano las conformaciones más antiguas. El estado cambiante de la ciudad, junto con la proyección de la futura línea del metro, aparecen como oportunidades para intervenir este lugar que ha perdido su carácter patrimonial. La intención urbana propuesta pretende devolverle la dignidad perdida, para que vuelva a ser un centro que irradie sobre la ciudad y reactive las tensiones que dejaron de existir. Para ello se plantea un edificio público que sea detonante de conexiones, así como una pieza que se articula con el entorno y actúa como revitalizador del sector.
La zona, se encuentra dentro del área de afectación de la primera línea del metro. En un primer estudio sobre la red de metro, que planteaba un trazado subterráneo, existiría la estación de Lourdes, de gran importancia por la posibilidad de disponerla bajo una de las plazas históricas de Bogotá. La nueva estación repartiría los flujos en un espacio abierto de calidad y confirmaría la condición de la iglesia como hito urbano. El más reciente estudio sobre el metro cambió el trazado de la línea y ahora tendrá como corredor la avenida Caracas. Aún en esta nueva condición el sector de Lourdes continúa siendo de vital importancia, pues se mantiene una estación en la zona y se ratifica el interés por recuperar la centralidad a través de la nueva infraestructura de transporte.
Las ciudades son los asentamientos de mayor escala e importancia creados por el hombre, un conjunto de elementos físicos y simbólicos que se unen para permitir la convivencia a través de ejercicios como habitar, vivir y ser. Para tener consciencia de la ciudad es necesario verla y conocerla; entender que su lenguaje es atemporal y que su sistema de comunicación no utiliza palabras sino espacios comprensibles a través de la experiencia.
El primer acercamiento al lugar se hizo precisamente a través de la experiencia de recorrer y dibujar los elementos arquitectónicos que caracterizan el sector. Algunos de estos sobresalían del tejido y llegaban a causar resonancia en la ciudad, pero existían otras situaciones que se escondían al interior de los edificios y extendían la actividad al interior de la manzana estableciendo una “segunda vida urbana” muy propia del lugar. El dibujo, esa acción que permite no sólo representar sino interpretar lo que se ve, es un ejercicio que implica la conexión entre la vista y la mano para poder capturar detalles y comprender la esencia de lo que nos rodea. Por esto fue una estrategia de gran utilidad que arrojó aprendizajes aplicables para aproximarse a una propuesta acorde con el lugar y el gran cambio de la ciudad.
La forma urbana, como variable del análisis, permitió el acercamiento a los procesos de conformación del lugar. El tejido que conforma Chapinero puede ser abstraído como una malla de manzanas irregulares y vías discontinuas, situación que se acentúa al ver las alturas de los edificios y permite afirmar que existe una condición heterogénea. Aunque, esto se verá afectado por un nuevo perfil de carácter homogéneo y escala metropolitana: el metro. La condición heterogénea del lugar y la homogénea del sistema de transporte modificará la percepción del observador creando una nueva atmósfera.
Si bien es cierto que un metro elevado tiene implicaciones complejas al nivel del primer piso tales como la altura de la estructura, el distanciamiento de las fachadas, la dimensión de los pilares y la entrada de luz natural, también lo es que el reto va más allá de la infraestructura misma, será la oportunidad de crear nodos que le sirvan al gran corredor de transporte, equipamientos públicos que mejoran la relación entre la calle y el interior, una gran intervención al espacio público que adoptará una escala de peatón o la posibilidad de plegar el primer piso para llevar lo público hacia las cubiertas y la estación misma.
Se ve entonces que el espacio público era indispensable para la propuesta urbana general, porque buscaba priorizar una escala peatonal donde las calles tuvieran acceso restringido y se potenciara el tejido a través de la relación entre los elementos que prevalecían y los proyectos que se insertaban. Estos últimos actuarían como focos de revitalización que se podían disponer a lo largo de la línea del metro. Se propone así una serie de intervenciones en distintos puntos estratégicos, que comprende las características del lugar para articularse con lo existente. Se reflexiona sobre el potencial de un edificio que es intermediario entre lo nuevo y lo actual. Esta premisa junto con el concepto de conexión es importante para la propuesta porque evidencia la intención de volver configurar lo que fue fragmentado.
En el caso de la Alcaldía, el proyecto se inserta en el tejido para responder a una nueva plaza, creando una puerta urbana que transforma el edificio en un evento que despierta los sentidos y devuelve la capacidad de asombro a la ciudad. Un pasaje, que atraviesa de manera transversal el proyecto, se convierte en un hall de tránsito: una conexión, y un elemento que reparte hacia diversos espacios en la primera planta, entre ellos la plaza de Lourdes y la plazoleta del Teatro Libre, dividiendo el centro de manzana en dos patios de distinto nivel. El gran umbral urbano permitirá que el espacio público se extienda hasta el interior difuminando los límites entre lo público y lo privado y configurando nuevos paisajes donde las personas sean los principales protagonistas. Lo anterior motiva el recorrido del conjunto conformado por la pieza arquitectónica y su primer piso inmediato, y a través de ese tránsito espacial encontrar en ellos escenarios inesperados.
Los espacios se entrelazan entre sí actuando como preludios, articulaciones, desarrollos y culminaciones [1] produciendo secuencias o estructurando recorridos. De la misma forma sucederá con los demás proyectos creando pequeños mundos con diferentes condiciones y estrategias específicas de acuerdo a su contexto. El resultado será la reconfiguración de porciones de ciudad de acuerdo a las características precisas de cada lugar. El metro será arquitectura itinerante que viaja elevada del suelo vigilante de sus lindes, ofreciendo toda una nueva experiencia visual-espacial y los proyectos serán arquitectura fija instrumentos niveladores que extienden el potencial revitalizador por la ciudad.
[1] Mijares Bracho, Carlos. (2008) Tránsitos y Demoras. Bogotá, Colombia: Escala S.A.